A
menudo, ocurren cambios en la realidad cotidiana que pueden resultar tan imperceptibles
para el sentido común que no llaman la atención social ni académica, a pesar de
que, probablemente, sean consecuencia de transformaciones en las estructuras
sociales .El consumo femenino de cigarrillos constituye uno de estos fenómenos.
El estudio
del problema del Tabaquismo ha enmascarado la dimensión social, cultural y de
género que envuelve al consumo de tabaco como acción socialmente significativa.
El
que las mujeres fumen se percibe hoy en día como algo normal y corriente,
incluso natural. Pero no siempre las mujeres han fumado y cuando han fumado no
lo han hecho por los mismos motivos que los varones. En la sociedad, el consumo
de tabaco ha estado considerado, hasta hace relativamente pocas décadas, como
una práctica propia de hombres – manifestación e instrumento vehiculizador de
la masculinidad tradicional- estando socialmente censurada a la generalidad de
las mujeres.
El
cigarrillo se ha incrustado en los esquemas de cotidianidad e interacción
social de una parte creciente de mujeres. Este cambio ha operado de forma tan
radical que, actualmente, son más las chicas adolescentes y jóvenes que fuman
que los chicos de su edad. Fumar ha pasado de ser algo extraño e impropio de la
mujer a ser un comportamiento ampliamente extendido entre la población femenina
y totalmente compatible con los roles femeninos.
Este
trabajo profundiza en las significaciones, motivaciones y representaciones
subjetivas en torno al inicio y continuación en el consumo de tabaco por parte
de las mujeres fumadoras, desde el punto de vista de la Profesión de Enfermería.
Historia de Tabaquismo
El hábito de fumar apareció,
entre los indígenas americanos y los colonizadores europeos que pudieron verlos
aspirar el humo de hojas encendidas, pertenecientes a una planta llamada cohiva.
Denominaban tabaco a un tubito utilizado para inhalar el polvo de las hojas de cohiva.
Denominaban tabaco a un tubito utilizado para inhalar el polvo de las hojas de cohiva.
En Francia, llamaron rapé a
éste polvo que fue introducido en ese país por Jean Nicot en 1559. Y se
denominó nicotina a un alcaloide venenoso que en baja proporción, entra la
elaboración del tabaco comercial. Por su parte, el corsario Francis Drake llevó
a Inglaterra la costumbre de fumar en pipa, que había aprendido de los pieles
rojas de Virginia. Los europeos adoptaron rápidamente este vicio, que según sus
declaraciones ya no podría abandonar, y con el tiempo daría base a una
industria gigantesca que producía altos a costa de la salud de la población.
Componentes del Cigarrillo
Cada cigarrillo contiene
entre 7 y 20mg de alquitrán y produce 80cm3 de monóxido de carbono, que reduce
en 10% la capacidad de transporte de oxígeno sanguíneo.
Entre las 4000 sustancias químicas que se encuentran en los cigarrillos de hoy, más de 40 producen cáncer.
Los filtros de los cigarrillos (las colillas) están hechos de acetato y No son biodegradables, es decir, permanecieron durante en el ambiente antes de degradarse.
En el humo del cigarrillo se pueden encontrar sustancias tóxicas como la nicotina, monóxido de carbono, acetona, amonia, tolueno, ácido acético, Ddt, metano, formaldehído; como también se encuentran las sustancias cancerígenas como el benzopireno, el arsénico, el níquel, 1 – naftilamina, 4 – aminodifenil, polonio – 210, clorato de vinil uretano, cadmio, anilina.
Entre las 4000 sustancias químicas que se encuentran en los cigarrillos de hoy, más de 40 producen cáncer.
Los filtros de los cigarrillos (las colillas) están hechos de acetato y No son biodegradables, es decir, permanecieron durante en el ambiente antes de degradarse.
En el humo del cigarrillo se pueden encontrar sustancias tóxicas como la nicotina, monóxido de carbono, acetona, amonia, tolueno, ácido acético, Ddt, metano, formaldehído; como también se encuentran las sustancias cancerígenas como el benzopireno, el arsénico, el níquel, 1 – naftilamina, 4 – aminodifenil, polonio – 210, clorato de vinil uretano, cadmio, anilina.
Historia de la Mujer y el
Tabaco
En marzo de 1929, un grupo
de mujeres se manifestaron por las calles de Nueva York protestando contra la desigualdad sexual. En
sus manos en alto enarbolaban cigarrillos a
modo de “antorchas de libertad” como metáfora de la resistencia frente a
los tabúes y discriminaciones que
sufrían la población femenina. Esta protesta se inició cuando una de las mujeres que componía este grupo fue
impelida por un hombre a apagar el cigarrillo que estaba fumando en público, ya que dicha
práctica en esta época no era vista como apropiada para una mujer.
El uso femenino de
cigarrillos estaba asociado con la decadencia moral y la promiscuidad. Las
pocas mujeres que fumaban solían ser actrices, prostitutas o lesbianas, y en
general, mujeres que exhibían una feminidad desviada (Greaves, 1996; Waldron, 1991; Tinkler, 2006;
Elkind, 1985).
El que una mujer fumara suponía una grave
infracción a las normas sociales sobre cómo debe ser y comportarse una mujer
decente. Y las que vulneraban estas normas solían ir acompañadas del escándalo.
Durante la primera mitad del siglo XX, el que una mujer fumase era un
acontecimiento estadísticamente raro y socialmente reprobable, aunque había
unas pocas excepciones. Además de las artistas, actrices y mujeres de moralidad
dudosa, existía un grupo de mujeres urbanas y de clase alta que se apuntaban a
las modas extranjeras y comenzaban a asumir nuevos modelos modernos de comportamientos,
mentalidades y estéticas, rompiendo y desafiando los parámetros tradicionales
de la feminidad.
El cigarrillo aparecía como un símbolo de
modernidad y autonomía femenina, junto a otras prácticas como vestir
pantalones, llevar el pelo corto, conducir vehículos, ir a bares o practicar
deportes. No obstante, a lo largo de la década de los noventa, el componente
transgresor del consumo femenino de cigarrillos comienza a disolverse cuando se
va institucionalizando dentro de unas pautas de ocio, estudio y trabajo
normalizadas y va desintegrándose la crítica social hacia que las mujeres fumen
o asuman comportamientos codificados en décadas anteriores como masculinos. De
hecho, el que hoy fume una mujer se valora como algo normal y corriente,
incluso natural.
Esta expansión del consumo
de tabaco entre la población femenina ha sido tal que, hoy, las mujeres
empiezan a fumar en mayor medida que los varones.
Además, la desequilibrada
división del trabajo, la sobrecarga de roles, la desigual distribución del
capital social, cultural y económico contribuyen a que las mujeres fumadoras
afronten su estrés cotidiano mediante el cigarrillo frente a la falta de
disponibilidad de otro tipo de recursos.
Además, el carácter
androcéntrico y adultocéntrico de gran parte de las políticas públicas ha
contribuido a que las mujeres, sobre todo adolescentes y jóvenes, no perciban
los daños del consumo de tabaco más allá de los relacionados con el cáncer de
pulmón y el embarazo. El consumo de tabaco puede servir para “engañar” el
apetito hasta la hora de la comida y así “evitar el picoteo” .También puede ser
utilizado para disminuir intencionadamente las ganas de comer y, de esta
manera, comer menos, e incluso “saltarse” algunas comidas. La creencia de que
“fumar adelgaza” ha adquirido tal solidez y veracidad en el imaginario
femenino, que lleva a muchas muchachas, casi niñas, a comenzar a fumar por su preocupación
por el peso corporal; pero, también, a muchas mujeres jóvenes y adultas a no
dejar de fumar por miedo a engordar. Además, éstas son más vulnerables a las
recaídas en el tabaco por este motivo (Jeffery et al., 2000; Perkins et al.,
1997).
La relación entre tabaco,
alimentación y cuerpo puede tornarse más compleja cuando comienzan a intervenir
factores como la ansiedad, la obsesión por adelgazar y la presión de los
modelos corporales. Esta relación puede llegar a situaciones extremas, en las
que el cigarrillo se convierte en una herramienta, probablemente entre otras
muchas, para un control metódico y exhaustivo del peso corporal.
PRINCIPALES
ENFOQUES EN EL ESTUDIO DEL CONSUMO DE TABACO
Los principales enfoques que han abordado las
diferencias entre los sexos en el consumo de tabaco han sido agrupados en las
siguientes categorías:
1) Enfoque biomédico; 2) Enfoque psicológico;
3) Enfoque económico y 4) Enfoque sociocultural, e Influencias de los Agentes
de Cambio.
Ø ENFOQUE
BIOMEDICO
Desde
un enfoque biomédico, los estudios se centran fundamentalmente en los procesos
fisiológicos y farmacológicos que afectan a las pautas de consumo de tabaco de
mujeres y hombres y en el análisis de la morbimortalidad diferencial entre los
sexo relacionada con el tabaquismo. A rasgos generales, la evidencia disponible
indica una mayor vulnerabilidad física de las mujeres hacia los efectos tóxicos
de la nicotina y una mayor sensibilidad de estas a la disminución de sus
efectos de refuerzo- como, por ejemplo, controlar el peso corporal o combatir
la depresión- provocados por abstinencia, lo que puede suponer un factor de
importancia en los procesos de habituación femenina al consumo de tabaco. Otro
conjunto considerable de estudios se ha fijado en el estudio de las diferencias
entre los sexos en cuanto a la morbimortalidad atribuida al tabaquismo y,
especialmente, en el impacto del consumo de tabaco en el sistema reproductivo
de las mujeres.
Ø ENFOQUE PSICOLÓGICO
Desde
un enfoque psicológico, se analiza las diferencias de personalidad y las
características psicológicas de mujeres y hombres y su impacto en el consumo de
tabaco. Se ha sugerido que la personalidad masculina presenta una mayor
impulsividad en el consumo de nicotina-y en general, también en el de la
cafeína, alcohol y otras sustancias adictivas- por lo que los varones suelen
presentar una mayor probabilidad de llegar a ser fumadores intensivos. También
se ha planteado una fuerte asociación en las mujeres, mayor que en los varones,
entre fumar y estados depresivos y de ansiedad. Se ha constatado que las
mujeres suelen estar menos motivadas para abandonar el tabaco y cuando deciden
dejar de fumar recurren a la fuerza de voluntad. Así mismo las consecuencias
negativas del consumo de tabaco-por ejemplo, sobre la piel o el olor- estresan
a las mujeres en mayor medida que a los hombres. No obstante, se concluye, que
las diferencias psicologías entre los sexos no son tantas-al margen de las
señaladas-ya que el comportamiento frente al consumo de tabaco está regulado
por los mismos mecanismos psicológicos.
Ø ENFOQUE ECONÓMICO
La
mayoría de los estudios económicos se ocupan del análisis de la demanda de
cigarrillos – como, por ejemplo, elasticidad de los precios, variaciones de la
demanda…- y en los comportamientos de las personas fumadoras como consumidoras
que sopesan los costes y los beneficios a la hora de tomar la decisión de fumar
y, especialmente de dejar de fumar.
Ø ENFOQUE
SOCIOCULTURAL
El
enfoque sociocultural engloba un amplio espectro de estudios que entienden el
consumo de tabaco como una práctica o acción social y que, por tanto, adquiere
sentido en el contexto social, económico, histórico y cultural determinado que
se produce.
Ø INFLUENCIA
DE LOS AGENTES DE CAMBIO
Los
cambios en las representaciones sociales de la mujer fumadora no han ocurrido
de manera espontánea ni natural sino que han venido profundamente condicionados
por la agencia muy concreta de unos actores fundamentalmente en la feminización
del cigarrillo: las industrias tabaqueras. Otro agente de cambio decisivo, pero
que ha operado en dirección opuesta, son los organismos públicos, tanto a nivel
del tabaquismo, tanto a nivel de información y prevención como de deshabituación.
Situación
en Argentina
La
situación en Argentina es aún alarmante, si bien en el 2004 se observó una disminución en el consumo respecto de las encuestas anteriores.
Actualmente fuma el 34,5 % de la población
adulta, el 23 % de los adolescentes de 12 a 14 años y el 40 % de los de 15 a 18
años, con un claro predominio femenino en edades tempranas. Cada año mueren
40.000 argentinos por enfermedades directamente relacionadas con el consumo del
tabaco.
Nuestro país, gasta 4300 millones de
pesos anuales (a valores del 2003) en el tratamiento de patologías tabaco
dependientes. Esto representa el 15,5 % del gasto total en salud, no compensado
por las recaudaciones obtenidas por el conjunto de impuestos al tabaco que,
para el año 2003, fueron de 2500 millones de pesos.
Se
observa que, en nuestro país, la prevalencia del consumo entre los
profesionales de la salud es similar a la población general. Esto muestra la
falta de conciencia del equipo de salud sobre la problemática del tabaco. Sólo la
mitad de los médicos cree que el consejo antitabáquico es una herramienta útil
para ayudar a los pacientes a dejar de fumar. Un tercio de los mismos ha
recibido entrenamiento a cerca de cómo brindar ese tipo de consejo y el 92 %
manifestó la necesidad de mejorar su capacitación en tabaquismo. Solamente el
6,5 % de los médicos encuestados, reconoció utilizar reemplazo nicotínico en el
tratamiento de la cesación.
La situación en el pregrado es igualmente
insatisfactoria pues sólo el 1,7 % de los estudiantes de medicina conoce una
intervención breve para ayudar a sus pacientes a dejar de fumar.
Según
él un estudio de mortalidad atribuible al tabaco (Pitarque, R, Perel P,
Sanchez, G), el impacto del tabaco en la mortalidad de la población argentina
es realmente significativo. Basta pensar que 16 de cada 100 muertes son debidas
a este flagelo.
El impacto es más evidente si consideramos que
1 de cada 5 muertes en hombres se pueden atribuir al tabaco y 1 de cada 4 si
solamente consideramos aquellos hombres que tiene entre 35 y 64 años.
Sin embargo este estudio muestra que las
mujeres no están exentas de este peligro con 1 de cada 10 muertes atribuible al
tabaco; considerando que la prevalencia está en una tendencia ascendente en el
sexo femenino se podría estimar que esta cifra será aún mayor en un futuro
cercano. Con respecto a las causas responsables de esta mortalidad, el mayor
peso en general lo tienen las enfermedades cardiovasculares. En el grupo menor
de 65 años, sin embargo, el cáncer de pulmón representa la patología que mayor
carga produce.
LA MUJER Y EL EMBARAZO
El fumar es la causa más frecuente de muertes que pueden
evitarse. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el porcentaje de
mujeres embarazadas que fuman es del 20 % en los países desarrollados mientras
que en los países en vías de desarrollo es de aproximadamente del 9 %.
El humo del cigarrillo contiene más de 2500 productos químicos. No se sabe
con certeza cuáles son nocivos para el desarrollo del bebé, pero en las mujeres
embarazadas el monóxido de carbono y las altas dosis de nicotina provenientes
de la inhalación del humo del tabaco interfieren con el suministro de oxígeno
al feto.
La nicotina fácilmente cruza la placenta y sus
concentraciones en el feto pueden ser
hasta 15 % más alta que los niveles maternos El fumar prácticamente duplica el
riesgo de que el bebé nazca con bajo peso. Se sabe desde hace tiempo que
retrasa el crecimiento del feto y los estudios sugieren que además aumenta el
riesgo de parto prematuro.
Los bebés prematuros y con bajo peso al nacer tiene
mayores riesgos de sufrir problemas graves de salud durante los primeros meses
de vida, incapacidades permanentes
(parálisis cerebral, retraso mental y problemas de aprendizaje) e
incluso la muerte.
Intervenciones de Enfermería
Comunicación:
El objetivo
es fortalecer la acción política, evitar la iniciación del consumo, promover la
cesación y defender los derechos del fumador pasivo. Dentro de este eje, se podrían
contemplar las siguientes actividades:
Educación
por parte de los Profesionales de Enfermería, sobre los componentes del humo
del tabaco y los daños que producen en el organismo,dirigidos a adultos
fumadores (ambos sexos) y trabajadores de la salud. Los beneficios de dejar de
fumar. Los
derechos del no fumador. La estrategia de ambientes libres de humo. Diseñar
afiches con mensajes sobre los beneficios de los ambientes laborales libres de
humo, y dípticos con mensajes para el
fumador pasivo.
Actividades:
Promoción de Ambientes
libres de humo.
Capacitar al personal de
salud y a Promotores de Salud para que se conviertan en Multiplicadores de la
estrategia de Ambientes Libres de Humo y de Prevención del Tabaquismo.
Desarrollar en conjunto con salud escolar, proyectos educativos para prevención
y control del tabaquismo.
• Primera etapa: capacitar a docentes en prevención y control del tabaquismo
• Segunda etapa: implementar un programa de trabajo para lograr escuelas libres de humo.
• Tercera etapa: elaborar materiales educativos sobre prevención y control del tabaquismo que incentiven el pensamiento crítico de los adolescentes.
• Primera etapa: capacitar a docentes en prevención y control del tabaquismo
• Segunda etapa: implementar un programa de trabajo para lograr escuelas libres de humo.
• Tercera etapa: elaborar materiales educativos sobre prevención y control del tabaquismo que incentiven el pensamiento crítico de los adolescentes.
CONCLUSIÓN
No
se puede obviar que el consumo de tabaco está ligado a una mayor probabilidad
de enfermedad y de muerte, y que cada vez más mujeres enferman y fallecen como
consecuencia de problemas de salud derivados del tabaquismo. Por tanto, el
consumo de tabaco no puede entenderse como una señal de igualdad, sino todo lo
contrario, es uno de los más importantes indicadores contemporáneos de
desigualdad social y de género. De hecho, esta práctica está cada vez más
correlacionada con la desventaja económica y el aislamiento social, como
consecuencia del desigual acceso a la información y la inequitativa
distribución de los recursos sociales y económicos. Fuman quienes menos tienen
y son quienes menos tienen los que sufren más dificultades y obstáculos para
dejar de fumar.
Y
son precisamente las mujeres –y entre éstas, las de menor estatus socioeconómico
y las que se encuentran en situaciones laborales y familiares más precarias–
las que presentan una creciente tasa de consumo de tabaco.
La Enfermería debe ejercer liderazgo en
reducir la demanda de tabaco y producir un conocimiento científico y
tecnológico específico que indique su contribución para la resolución de los
problemas del consumo de tabaco.
La visión multidimensional del problema
ayudará a buscar los factores determinantes y condicionantes, macro y micro,
que contribuyen para la ocurrencia del problema. El aporte del conocimiento
científico de enfermería no puede quedarse apenas en relatos de experiencias o
resultados de "encuestas". Es necesario desarrollar nuevos
paradigmas, teorías y modelos operacionales que orienten el diseño de
políticas, programas y proyectos de investigación y de intervención sobre el
tabaquismo. Las actividades de intervención de Enfermería en esa área deben
tener una base científica para lograr reconocimiento nacional e internacional y
facilitar las evaluaciones de beneficios-costos y eficiencia.
Para que la Enfermería dé su
contribución a la reducción de la demanda de tabaco, se precisan esfuerzos
nacionales para diseñar un plan estratégico regional relacionado a las áreas de
educación, investigación y práctica de Enfermería.